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2 junio 2025

Tened valor: yo he vencido al mundo

Juan 16,29-33

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios». Les contestó Jesús:
¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

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El don de entendimiento
Leído aisladamente, el evangelio de hoy no ofrece ninguna complicación en cuanto a la exclamación de los apóstoles: Ahora si que hablas claro y no usas comparaciones. Pero, si te introduces en la escena, infiltrándote en el capítulo 16 de san Juan, verás que, dos minutos antes, los apóstoles estaban desconcertados: «¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?». Y se preguntaban: «¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice» (Jn 16, 17-18). ¿Cómo pasaron, en dos minutos, de no entender a entender?
Como mucha gente. Yo he visto cómo personas incapaces de leer dos páginas seguidas de la Biblia, de repente, pasaban a devorar las Escrituras con hambre atrasada de años. Y todo comenzó con una frase, una palabra del evangelio que, colándose en el corazón como una llave, lo abrió a los secretos divinos.
Se llama don de entendimiento. Pídeselo al Espíritu en este decenario. Es una luz, una palabra interior que te explica las páginas de la Escritura y las vuelve dulces al paladar del alma. Cuando lo recibas, la Palabra divina será alimento necesario para ti.