-
Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.” Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo».
***
Primum vivere
El apostolado no consiste en responder a preguntas que la gente no se ha hecho, sino en vivir de tal modo que la gente se haga preguntas.
Si te acercas a quien no conoce al Señor, y pretendes atizarle una charla de media hora sobre la templanza, será él quien te mande a ti a templar… gaitas. ¿Por qué le atosigas con algo que no le preocupa? ¿No ves que le encanta emborracharse? ¡Déjalo en paz, hombre!
Pero si estás cerca de él, y, en lugar de reprocharle, vives tu vida de enamorado de Jesucristo sin respetos humanos, tu alegría y tu cariño, tan naturales como sobrenaturales, lo descolocarán. «¿De dónde saca eso?», se preguntará. Después, te lo preguntará. Y, entonces, le responderás. Y no le hablarás sobre la templanza, sino sobre Cristo.
Si tu vida, tu oración y tu mortificación no van por delante de tu palabra, tu apostolado será estéril.
Es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo. Aplícatelo: es necesario que quienes te rodean comprendan que amas a Cristo, y que vives como auténtico cristiano. Tu templanza enamorada hablará más que tu charla inoportuna.