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24 noviembre 2025

Vio una viuda pobre que echaba dos reales

Lucas 21, 1-4

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

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La cristiana perfecta
El reinado de Cristo es muy distinto de los poderes de este mundo. De ellos dice san Pablo: Dad a cada cual lo que es debido: si son impuestos, impuestos; si tributos, tributos (Rom 13, 7). Pero, una vez pagados los impuestos, el resto del dinero (si queda algo) lo emplea el contribuyente en lo que le viene en gana.
Al Rey de los cielos, sin embargo, le debemos todo. La viuda del Evangelio demostró más sabiduría que muchos ricos y sabios de este mundo.
Todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. Como la Virgen, la «esclava del Señor», sabe que a Cristo no se le entregan dos terceras partes de la vida: o se entrega uno a Él por entero y sin condiciones, o no se le sirve en absoluto. Pero cuando un alma se entrega así, el propio Señor cuida de ella y se rinde enteramente en sus manos.
Apréndelo: no basta con que entregues al Señor esos tiempos de oración, por generosos que sean. O le entregas cada respiración, cada minuto, ¡cada moneda!… O no lo honras como Rey.