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1 noviembre 2025

Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

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Pecadores que han amado a Jesucristo
No me cansaré de repetirlo, en mi parroquia lo digo todos los años, cuando veo caras tristes en este día: dejad la tristeza para mañana, hoy es día de luz y de gloria. Sé que el día de difuntos es laborable en España, y muchos aprovechan esta fiesta para visitar los cementerios. Pero hoy celebramos a los hombres y mujeres más felices entre los hijos de Adán: a aquellos que ya han llegado a su destino, y disfrutan del banquete de bodas del Cordero.
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. La Iglesia nos abre hoy las puertas del Cielo, y nos muestra la dicha de los santos. Son seres como nosotros, llenos de debilidades, tentados y probados, que cayeron y se levantaron muchas veces, y que amaron locamente a Jesucristo. Porque eso es un santo: un pecador que ama locamente a Jesucristo.
Ellos nos recuerdan que estamos en camino, que somos peregrinos y extranjeros en el mundo, en busca de nuestro Hogar. Y, conforme avanzamos, vamos dejando atrás personas y escenarios, sin instalarnos en lugar alguno hasta que lleguemos a Casa.
Cada día nos falta menos, si cada día amamos más.