Página inicio

-

Agenda

27 octubre 2025

A ésta, que es hija de Abrahán, ¿no había que soltarla en sábado?

Lucas 13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar. de ningún modo. Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
«Mujer, quedas libre de tu enfermedad».
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente:
«Hay seis días tenéis para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días, y no en sábado». Pero el Señor le respondió y dijo:
«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y lo lleva a abrevar?
Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?» A decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

***

La mujer encorvada y el Crucifijo
En aquella mujer que se encontraba encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo, los ojos del Señor vieron a la Humanidad entera. Después del primer pecado, el hombre quedó vuelto hacia la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo, y al polvo volverás (Gén 3, 19). Con los ojos siempre mirando al suelo, incapaz de erguirse para orientar la mirada a lo alto, quedaron Adán y sus hijos «enterrados», cubiertos de tierra por todas partes.
Pregunta a la gente por sus preocupaciones: el dinero, la enfermedad, el trabajo, las contrariedades de esta vida, los planes para el mañana y los sueños rotos de hoy… Tierra, tierra, tierra. El hombre está encorvado, y no se puede enderezar. ¿A quién le preocupa el Cielo, quién sueña con la eternidad, a quién le brillan los ojos mientras mira a Dios?
Contempla, ahora, al Crucifijo. Ese cuerpo humano, erguido y abierto, con los brazos extendidos y la mirada en alto, es lo contrario al cuerpo maldito de aquella mujer.
Mujer, quedas libre de tu enfermedad. «Ahora alza los ojos, extiende tus brazos junto a los míos, y acoge tú mis dolores, como he acogido yo los tuyos». Ojalá vivas crucificado con Cristo.