-
Juan 1, 1-18
En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
***
¡Ven!
Tuve que coger ayer el coche para desplazarme a un tanatorio, donde quería despedir a un buen amigo que se ha marchado al cielo precipitadamente, como con prisas. Y no era ayer, precisamente, buen día para las prisas. De repente, me vi encerrado en un embotellamiento terrible que saturaba una autovía de tres carriles. ¿La causa? La entrada a un centro comercial. Todos aquellos coches estaban llenos de reyes magos incapaces de esquivar mágicamente los atascos. Pero así estamos estos días. Enloqueceremos antes de que lleguen los Reyes.
Jesús encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Ven y verás». Y mañana, una estrella encontrará a tres hombres en Oriente y, con su luz, les dirá: «Venid». Felipe, Natanael y los Magos serán llamados al mismo lugar: Cristo. Él es el centro del Cosmos.
Y a todos esos reyes magos que han errado el rumbo y van desorientados de tienda en tienda, y a ti, que andas perdido en mil afanes y ocupaciones, y a mí, una voz, desde un pesebre, nos dice: «Ven. Deja todo eso, acércate aquí y contempla. ¿Adónde ibas sin Mí?».
Súbete al camello de Melchor. Nos vemos en Belén.