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30 enero 2025

El candil se trae para ponerlo en el candelero. La medida que uséis la usarán con vosotros

Marcos 4, 21-25

En aquel tiempo, Jesús dijo al gentío:
«¿Se trae el candil para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero?
No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no hay nada oculto, sino para que salga la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga».
Les dijo también:
«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».

***

El candelero que tienes
Cuando Moisés volvía de hablar con Dios, su rostro resplandecía con tanta luz que tenía que cubrir su rostro con un velo… Hasta que llegó san Pablo, y retiró el velo: Todos nosotros, con la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor (2Co 3, 18).
¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero? La luz queda bajo el celemín cuando tu piedad en nada aprovecha a quienes te rodean. Rezas mucho, pasas mucho tiempo en la iglesia, pero –la verdad– no hay quien te aguante. No paras de quejarte, estás siempre de mal humor… No eres luz para nadie.
¡Pon la luz en lo alto del candelero! Yo te diré dónde está el candelero: encima de ese cuello que tienes sobre los hombros. Tu rostro es el candelero.
¿No te das cuenta de que un rostro alegre ya es apostolado? La gente te ve, y se pregunta de dónde viene esa alegría tuya. Es el momento de explicarles que viene de Dios.
Anda, pon tus penas en su sitio, debajo del celemín, y sube el Amor de Dios al candelero del rostro. Sé luz para el mundo.