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24 septiembre 2025

Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos

Lucas 9, 1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

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El mayor de los milagros
¿Vino Cristo al mundo para sanar las enfermedades corporales? Desde luego, no. De haber sido así, habría que concluir que sólo cumplió su misión en una ínfima parte; cuando se marchó, la mayor parte de los enfermos de la tierra no habían sido curados. Cristo curó algunas enfermedades del cuerpo; pero fue para anunciar el éxito de su verdadera misión: la sanación de las almas, enfermas de pecado.
Habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. También a los apóstoles les dio el Señor poder para curar enfermedades corporales, y fue con el mismo propósito: anunciar el perdón de toda culpa.
Tras la resurrección del Cristo, el poder de los sacerdotes es mayor que el que entonces tuvieron los apóstoles. A través del bendito sacramento de la Unción, los presbíteros unimos las enfermedades de los hombres a la Pasión de Cristo, y las convertimos en vida eterna. ¡Claro que también hoy son curados en su cuerpo algunos enfermos! ¡Si yo te contara! Pero ya no es ése el mayor de los milagros. El mayor de los milagros es alumbrar vida eterna en enfermos de cuerpo y de alma.