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23 agosto 2025

No hacen lo que dicen

Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
« En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

***

No mendigues tanto
Mírate: ¿no das un poco de pena?
Buscas aprobación, exiges reconocimiento, pides gratitud, mendigas cariño, te quejas de que no te tienen en cuenta, mides tus palabras calculando cómo van a caer… Te pareces a los fariseos: Todo lo que hacen es para que los vea la gente.
No tienes nada dentro, y, por eso, todo lo buscas fuera. Padeces un ansia infinita de afecto, y pretendes que las criaturas sacien tu sed. Pero no pueden. Porque –no te enfades–, ni eres la única persona sobre la tierra, ni caes bien a todo el mundo. Y aunque la Humanidad entera no tuviera otra cosa que hacer que mimarte a ti, ni siquiera eso te bastaría. Tu sed, aunque no lo sepas, es sed de Dios.
Anda, reza. Reza mucho. Comienza a llenarte de Dios por dentro. Poco a poco, se abrirá en tu interior una puerta que te mostrará en cielo en tu alma. Y recibirás tanto Amor, que ya te dará igual la pobre recompensa de las criaturas. Serás feliz aunque te desprecien, y, si te alaban, tendrás en poco la alabanza. A quien está saciado de buen pan, poco le dice un chicle caído en el suelo.