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18 junio 2025

Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará

Mateo 6, 1-6- 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

***

Trompetas de muerte
Te desvives por los demás, y ellos no se dan cuenta, porque no presumes de tus desvelos. Sufres, y nadie te consuela, porque no te quejas nunca. Los trabajos salen adelante, y la mayor parte del trabajo la haces tú, pero nadie lo sabe, porque nunca dejas mal a quienes hacen menos que tú. Ya se encarga Dios de darte, de cuando en cuando, algún consuelo, para que no desfallezcas: alguien que te sonríe, porque adivina tu entrega; esa paz que te queda en el alma cuando los demás se benefician de tu vida; esa «cucharadita de miel» que la Virgen, algunas veces, deja en tu boca durante la oración… Todo eso te lo da Dios, como adelanto de la recompensa del Cielo. Pero tú no lo busques; agradécelo cuando lo recibas, y disfrútalo, pero no lo busques.
No mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. No seas como ellos. Si buscas algo en esta vida que no sea Dios, perderás a Dios. Y lo que buscas, si lo encuentras, te sabrá a amargura.