-
Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
***
La pira y el sacrificio
Si yo hubiera vivido hace miles de años, y hubiese deseado hacerle un regalo a Dios, habría realizado un sacrificio. Y este asunto de los sacrificios tenía entonces su protocolo.
Por ejemplo, si hubiera decidido entregarle a Dios una vaca, lo primero hubiese sido asegurarme de que es la más gorda. No era de buen gusto entregarle a Dios la vaca escuchimizada, que, en lugar de leche, da pena. Después, hubiera encendido una pira, y, tras matar a la vaca, la habría quemado.
Pero vivo en la edad nueva, que inauguró Cristo. Y lo de las vacas ya no está de moda. No porque, como creen algunos, Dios se haya vuelto vegano, sino porque quiere algo distinto.
Casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos o tierras…
No vayas a encender una pira, que ni creo que le guste a tu madre, ni tampoco quiere Dios eso. Convierte tu casa en templo donde Dios sea honrado, y transforma los vínculos carnales que te unen a los tuyos en un amor espiritual libre de apegos. Después de eso, entra tú en la hoguera del Amor divino y arde allí, hasta que nada quede de ti mismo sin consumir por ese Amor.