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12 marzo 2025

A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás

Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

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Ni Jonás se atrevió a tanto
La conversión de los ninivitas fue algo asombroso. Normalmente, las cosas no suelen suceder así. Si yo entro en una casa de juego llena de ludópatas –por no referirme a otros ambientes– y grito: «Dios os incendiará el garito porque sois unos pecadores», lo normal es que se organicen apuestas sobre cuántos huesos míos acabarán rotos tras la paliza. Pero Jonás advirtió a los ninivitas que Dios los iba a destruir, y los ninivitas se convirtieron sin haber presenciado más signo que la palabra de un pobre hombre. Impresionante.
Ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cristo es mucho más que Jonás. Jonás pedía que los hombres se convirtieran a Dios, y Cristo quiere se conviertan a Él. Jonás no hizo ningún signo, pero Cristo se mostrará despreciable en la Cruz.
Nuestra conversión no es al Dios que amenaza con fuego, sino al Crucifijo. Consiste en mirar a la Cruz, contemplar al que perdona, al que soporta la humillación, al que sirve, al que se entrega… Es la conversión del buen ladrón, y la de san Juan. Eso es mucho más –y mucho más dulce– que lo que pedía Jonás.