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8 febrero 2025

Andaban como ovejas sin pastor

Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

***

Tiempo entregado, tiempo aprovechado
Cuando Jesús y sus apóstoles, fatigados, quisieron apartarse para reposar un poco y hablar tranquilamente, de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles.
Me gustaría deciros que aquellas gentes cambiaron sus vidas tras haber escuchado al Señor, y caminaron en pos de los silbidos del Pastor bueno. Pero, siendo realistas, decir eso sería demasiado atrevido. Muchos no entenderían las palabras de Jesús. Y, entre quienes las entendieran, la mayor parte saldría diciendo maravillas del sermón para, después, seguir haciendo lo que les viniera en gana. Si la predicación de Jesús hubiera tenido efecto inmediato sobre los hombres, Cristo no habría muerto despreciado en una cruz.
Sin embargo, aquella mañana Jesús había renunciado a su descanso por aquellos hombres; se había fatigado aún más con ellos; les había dado unas horas de su vida, y esa ofrenda terminaría de entregarla en la Cruz. Así los redimió. Así fue su Pastor. Así les obtuvo el Espíritu que les permitiera entender y cumplir sus palabras.
La predicación es necesaria… Pero las almas se redimen con sangre.