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25 febrero 2025

El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos

Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

***

¿De qué hablabas?
Ya se ve que los discípulos, o, al menos, algunos de ellos, se habían quedado atrás para conversar sin que Jesús los oyera. Comentan: «Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera» (Sal 94, 7). Por eso, cuando llegaron a casa, Jesús les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? ¡Tierra, trágame! Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. El mismo Cristo, ya resucitado, se interesará también por la conversación de aquellos dos discípulos que volvían camino de Emaús.
Si prestas atención, escucharás que cada noche, durante tu examen de conciencia, el Señor te pregunta: «¿De qué has hablado hoy?». Cuéntaselo. Y, si te avergüenza, arrepiéntete antes de dormir.
Debemos rendir cuentas ante Dios de la palabra ociosa. Esas conversaciones frívolas, esos comentarios hirientes, esas palabras poco caritativas sobre quien no estaba delante, esas frases dichas con intención de herir… Dios te dio la palabra para que proclamases su gloria, no para el pecado.
¿Verdad que no imaginas a la Virgen metida en chismes, cotilleos o frivolidades? Ella nos enseñe a guardar nuestros labios para que, cuando Jesús nos pregunte, podamos decir que hablamos de Él, con Él o desde Él.